Jesucristo Rey del Universo- XXXIV Domingo T.O. Año C

Jesucristo Rey del Universo- XXXIV Domingo T.O. Año C

Ser el rey de este mundo

Desde que el ser humano existe, podemos decir que éste ha pensado que la mejor manera de sobrevivir es dominando sobre los demás, salir victorioso de esta competición que es la vida y así no ser esclavo de nadie. ¿Cómo? Siendo él el señor, cueste lo que cueste. Así lo vemos entre los animales: el más fuerte es aquel que come y que puede seguir adelante. El león es el rey de la selva. Desafortunadamente lo vemos también entre nuestra especie humana. Desde muy pequeños vamos aprendiendo que la vida también está hecha de problemas que solucionar, pero entre varios jóvenes escucho frases como ésta: “el dinero no compra la felicidad, pero es mucho mejor llorar en un Ferrari”.

El tema, entonces, es que si es verdad que muchos problemas no se pueden evitar, se puede de todas formas vivir como un rey en esta vida teniendo dinero. Con muchos billetes, ¿quién te va a decir lo que tienes que hacer? Y si no soy de los que tienen dinero, siempre puedo apañármelas con la fuerza. En la ley de la calle, sobrevive aquel que se hace respetar porque sabe hacerse temer. Y ¿si no tengo ni dinero ni fuerza? Pues, entonces, el trapicheo y el saltarse las normas me permitirá hacer lo que quiero y ser el pequeño rey de mi barrio. 

Ya ni te digo si al final consigo tener las tres dimensiones: aprender a saltarse las normas, tener mucho dinero para defenderse gracias a unos buenos abogados y ser lo suficientemente violento para que se me respete. Entonces sí que sería el Rey.

Ser el rey en la Iglesia triunfante

Por muchos siglos (pasados y también presente), esta lógica se ha hecho carne también en la Iglesia. Es la epoca de la Iglesia triunfante.

En una tensión continua con el poder político (competición y supervivencia contra reyes y emperadores), tener muchos bienes y alianzas era la manera perfecta para no dejarse dominar. En esta continua tensión entre poder (temporal vs espiritual) y estados (vaticano vs estados enemigos), no se podía excluir el uso de la guerra (violencia) para no ser dominados y mantenerse libres y fuertes. Esta fuerza, además, había que usarla no solamente hacia el exterior, sino también hacia dentro, dirigiendo y controlando los fieles, con el temor de la muerte eterna si no se seguían las normas de la Iglesia. 

Finalmente, el último caso, lo de saltarse las normas: la historia de la Iglesia está llena de casos en los que las normas valen para todos, pero con sus excepciones y de allí los múltiples ejemplos de vida muy poco evangélica para tener una existencia más placentera y de alianzas con el poder civil para conseguir más privilegios y vivir mejor.

Obviamente, la historia nos enseña que la Iglesia, en sus distintas épocas, no estuvo caracterizada solo por errores y falsificaciones del Evangelio. Sabemos muy bien que dónde hay sombra también hay luz y la comunidad cristiana ha tenido también muchísimos hombres y mujeres que han sido ejemplo y transparencia del mensaje de Jesús

Ser el rey en la óptica de Dios

Si echamos una ojo a la Biblia, podemos ver como allí mismo se avisa al pueblo de Israel sobre el peligro de tener un rey y del riesgo que conlleva el poder, si no está bien planteado. Es el caso de 1Sam 8, en el que el pueblo pide a Samuel que nombre “un rey que nos gobierne, como es costumbre en todas las naciones”. El Señor le contesta a Samuel de esta forma : “Atiende cualquier petición que el pueblo te haga, pues no es a ti a quien rechazan, sino a mí, para que yo no reine sobre ellos”.

No seamos ingenuos. Aquí no se está hablando de la inutilidad de ciertas instituciones para gobernar, sino de la lógica que puede estar a la base de estas últimas. De hecho aquí se oponen dos lógicas distintas: por una parte la logica que humaniza, que podemos llamar la logica que propone Dios, y por otro lado encontramos la logica del dominio, de la ruta más fácil y menos humana, la que hemos estado analizando en los dos bloques anteriores.

Ambas lógicas las encontramos en Gn 1-3. Esta segunda logica es la que podemos ver en Adán y Eva: pocos preocupados de las consecuencias de sus acciones y más bien interesados en ser más de lo que podían ser hasta entonces, ellos alargan la mano para coger el fruto del árbol. Sospechando que alguien (Dios, otro hombre, cualquier “otro”) puede restarle poder (“Dios sabe que el día que comáis de él, vuestros los ojos se abrirán y seréis como Dios), alargan la mano para hacer de su propiedad lo que no es suyo.

Por otro lado, sin embargo, encontramos en el personaje “Dios” la otra logica. Él usa el poder para crear, para dar vida, para generar, para establecer relaciones, para cuidar del ser humano y cubrirlo hasta cuando se descubre nudo por haber cogido lo que no era suyo.

Ser el rey en la óptica de Jesús

Jesús, entonces, se hace eco de la logica que humaniza y que hemos visto representada en el Dios creador del Genesis. Es claro que para Jesús se puede ser rey, pero en una óptica distinta del pensar común: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 25-28).

Si Adán y Eva alargan la mano hacia el árbol de la ciencia para adueñarse de su fruto, Jesús alarga su brazo para coger el árbol de la cruz y su fruto, y mostrar así como a la logica del dominio se puede proponer la logica del don.

Es en este sentido que se comprende la fiesta de este domingo: Jesucristo es Rey del Universo porque la única dirección (=universo) que puede dar vida, soporte, crecimiento a todo lo que nos rodea y a nuestras relaciones es el ponernos a servicio. El autentico rey (ser humano) es, entonces, aquel que no busca su interés en detrimento de los demás, sino más bien es aquel que busca junto con el otro el mejor bien para todos.

¿Por qué no aplicar, entonces, esta logica en todos los ámbitos de lo humano? Nuestra vida, creo, sería totalmente otra.

2 Sam 5,1-3: Ellos ungieron a David como rey de Israel.

Sal 121: R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

Col 1,12-20: Nos han trasladado al reino del Hijo de su amor.

Lc 23,35-43: Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.

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