La Inmaculada Concepción
¿Qué significa que María ha sido concebida sin manchas del pecado original? Porque así afirma el dogma de la Inmaculada Concepción proclamado en 1854 por Pio IX.
Ya la semana pasada estuve comentando cómo el pecado original no puede ser entendido en sentido literal; Adán y Eva no son personajes históricos y el pecado original ha de entenderse como imperfección creatural del individuo y de todo el cosmos.
Lo que se dice de María se afirma en relación a Jesús. En otras palabras, nuestra misma experiencia nos demuestra que detrás de grandes personajes, hay un «humus» que ha permitido que ellos crecieran así como finalmente hicieron. Este «humus», en el caso de Jesús, es su madre María.
Afirmar que Jesús es igual a nosotros excepto el pecado no significa que él no pudiera cometer errores típicos de la naturaleza humana. Significa, entonces, que él vivía en plena comunión con el Padre, lleno de gracia, lleno del Espíritu.
Lo que caracterizaba al hijo Jesús, lo experimentaba también la madre María. No a pesar, sino a través de sus imperfecciones creaturales, María supo abrirse al Dios de la gracia y del amor, engendrando en sí misma al Dios en su ser hombre: Jesús de Nazaret.
Y nosotros, ¿no estamos siempre llenos de gracia? Desde luego, por parte de Dios su gracia no falta. Y si nosotros estamos siempre en actitud de genuina conversión, de buena voluntad a la hora de abrirnos a su presencia, ¿acaso no estamos también nosotros llenos de gracia y en plena comunión con Dios?
Una plena comunión que tiene que entenderse no como «perfecta» sino como la máxima que podemos vivir como criaturas perfectibles. De esta forma, cada uno, en su condición particular, puede ser como María y como Jesús.
De hecho, ¿quiénes son los santos? Son aquellos que han configurado su vida a la escuela de María y de Jesús, no a pesar de sus defectos, sino justo a través de ellos. Sus imperfecciones, vividas en abertura a Dios, les han permitido esta plena comunión con Él.
Es por eso que esta fiesta nos recuerda lo que nosotros somos y somos llamados a ser: una vida en plena comunión con Dios, una vida abierta a los demás.