El plan de Dios – La Sagrada Familia
Un plan de Dios abocado al fracaso
Las lecturas de estos días anteriores, las de este domingo de la Sagrada Familia y las que siguen, con la Epifanía, parecen mostrar un plan de Dios que tiene pinta de un total fracaso.
Elementos de fragilidad
Este niño, tan esperado, nace en un lugar desconocido, Nazareth, en un hogar que no es de María ni de José, sino que es un rincón trasero de una casa en la que han sido acogidos como huéspedes.
Al nacer, Jesús se encuentra en el más absoluto anonimato. Los únicos, según Lucas, que van a visitarlo, son unos pastores, a saber, un gremio entre los peores del mundo judío, porque en contacto perenne con los animales, elemento que les dejaba en estado de impureza ritual y de una cortesía más animal que humana. Además, a los pastores se les consideraba a la par de unos ladrones, porque vivían al día, muchas veces sin medios, y se veían “obligados” a tomar como propias ciertas cosas y comidas más bien de otros.
Por no hablar de su concepción. María y José no están casados aún, solo “desposados”, a saber, novios oficiales. Ella, muy joven (de allí su característica de “virgen”), no posee títulos, riquezas, bienes y lo mismo se puede decir de José que descubriremos, más adelante, trabajar como artesano. Los dos van a tener un hijo que resulta no ser de José y que, entonces, puede acarrear graves problemas dentro de una comunidad pequeña como Nazareth, en la que todos conocen la vida de todos.
Más fragilidades a lo largo de la Biblia
La Sagrada Familia, entonces, es una familia bastante “irregular”, como de hecho otras tantas que podemos encontrar a los largo de la Biblia, en las historias que allí recogen el plan de Dios.
Abraham y Sara
Que decir de Abraham y Sara: dos ancianos y sin hijos que, después de haber esperado un largo tiempo según la promesa de Dios, deciden que lo mejor es que Abraham se una a Agar (la sirvienta de Sara) si de verdad quieren tener descendencia; es el caso más parecido a lo que hoy día llamaríamos “una gestación subrogada”.
Isaac y Rebeca
Podríamos hablar de las “preciosas” dinámicas familiares de Isaac y Rebeca, cuyos hijos, Esaú y Jacob, tienen una difícil relación como hermanos desde su concepción. La Biblia, de hecho, no esconde un elemento muy relevante, a saber, que cada uno de los padres tiene un hijo preferido: Isaac prefiere a Esaú y Rebeca a Jacob y es esta última la que presiona a Jacob para que engañe a su padre y a su hermano mayor con el fin de recibir su bendición.
José y sus hermanos
El premio, si hablamos de relaciones complicadas entre hermanos, se lo lleva José, hijo de Jacob. En cuanto preferido del padre, José termina por atraer la envidia de los demás “hermanastros” que, finalmente, lo venden a unos mercaderes de camino hacia Egipto y termina allí como esclavo.
Sin embargo, el plan de Dios se escribe justo en estas situaciones para nada idílicas y que, en cuanto humanas, son representadas con sus luces y sombras, porque en la Biblia también los “héroes” tienes muchos puntos débiles y múltiples fragilidades.
El plan de Dios proyectado por nosotros
Si pudiéramos nosotros ponernos en el papel de Dios, imagino que hubiéramos planeado la cosa de forma muy distinta. En otras palabras, para el nacimiento de Jesús podríamos haber escogido un lugar famoso, una familia con recursos, muy bien colocada socialmente y, porque no, de la misma linea de los sumos sacerdotes, porque desde dentro y aún más arriba, las cosas se pueden cambiar mejor.
Sabia necedad
Y, sin embargo, el plan de Dios es bastante distinto: Jesús nace desnudo y muere desnudo, nace pobre y muere pobre, nace entre ladrones (los pastores) y muere entre ladrones. Un plan de Dios que podríamos definir como un verdadero fracaso, según nuestras categorías humanas. Pero, como afirmó en su día Benedicto XVI, “Dios se sirve de modos e instrumentos que a nosotros, a primera vista, nos parecen sólo debilidad”, porque “lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Cor 1,25).
Fuerte fragilidad
En esta aparente debilidad, el plan de Dios se forjaba en la familia de Nazareth. Es difícil comprender la que sería la futura sensibilidad y capacidad de Jesús para amar y para descubrir la voluntad del Padre sin hacer referencia a José y María, ambos descritos por Lucas y Mateo como unidos por un amor que da frutos visibles y atentos en leer las señales de Dios en sus vidas para que él pueda realizar sus grandes prodigios.
Los evangelios son muy escuetos a la hora de presentarnos la infancia de Jesús, pero sin duda no se puede entender bien a Jesús de Nazareth si no lo colocamos dentro de su ambiente familiar, junto a José y María que no solamente le han dado vida, sino que le han transmitido todo lo bueno que ellos tenían y que luego ha dado frutos abundantes en su vida adulta.
Conclusión
La Sagrada Familia, entonces, no es tal porque siempre ha hecho todo de forma perfecta. Lo es en cuanto, a través de sus luces y sus sombras, se ha construido sobre la fundamental apertura y disponibilidad a ese plan de Dios que no es otra cosa que un plan para que las personas encuentren el bien, el bien que nos conecta los unos a los otros para crecer todos de forma integral y plena.
Sagrada, entonces, no es solo la familia de Nazareth, como si ello fuera un título propio y exclusivo, sino que ella es el modelo al que inspirarnos para comprender que sagrada es aquella unión, familia y grupo donde sus miembros no buscan una realización individual a costa de los demás, sino que buscan el bien personal y comunitario que pueda permitir el desarrollo, el crecimiento y la madurez de todos sus componentes.
Con la esperanza de que todos nosotros podamos trabajar en este plan de Dios, deseo para todos un feliz final de año y un maravilloso 2024, lleno de todo aquello que nos puede permitir ser la mejor versión de nosotros mismos.
Gn 15, 1-6; 21, 1-3: Uno salido de tus entrañas será tu heredero.
Sal 104: R/. El Señor es nuestro Dios, se acuerda de su alianza eternamente.
Hb 11, 8. 11-12. 17-19: La fe de Abraham, de Sara y de Isaac.
Lc 2,22-40: El niño iba creciendo, lleno de sabiduría.