El día del Señor- XXXIII Domingo T.O. Año C

El día del Señor- XXXIII Domingo T.O. Año C

El día del Señor: el mensaje escatológico en la Biblia

Leyendo la primera lectura y el evangelio de este domingo, no podemos no captar el fuerte mensaje escatológico que estos textos transmiten: tanto Malaquías como Lucas hablan de un día del Señor que va a llegar y en el que todo se pondrá en su sitio, mostrando la soberanía de Dios y su proyecto de bien que se establecerá sobre tantos pequeños proyectos muy mal planeados y llevados a cabo por intereses particulares.

Es muy probable que el movimiento de Jesús, desde su orígenes, estuviese a la espera de una pronta llegada de ese “día del Señor”, en la convicción de que Dios iba a actuar con su poder, directamente en la historia de Israel, porque Él es fiel a su promesa y a su alianza hecha con su pueblo. 

El día del Señor y la espera en las primeras comunidades cristianas 

Los evangelistas nos narran este ambiente de espera, porque nos muestran a un Jesús que en ocasiones nos habla de esta pronta llegada (por ejemplo en la parabola de las vírgenes necias y listas o en el Padre nuestro: “venga tu Reino”). También el mismo san Pablo estaba convencido de un día del Señor muy cercano, algo que nos dice como las primeras comunidades estaban a la espera de un cambio radical aunque nadie conocía la hora y el día.

El mismo Lucas recoge esta tensión que se podía respirar en su comunidad y lo hace en esta parte de su evangelio que este domingo recordamos. Hay varios elementos que nos confirman lo dicho hasta ahora: 

  1. la pregunta de los discípulos al maestro (“¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal?”); 
  2. la respuesta de este último, avisando de que no les engañen los falsos maestros que van anunciando el momento exacto, haciéndose pasar por hombres de Dios; 
  3. también todas las señales que tienen que ocurrir antes de que el día del Señor llegue a manifestarse (guerras, enfermedades cataclismos, persecuciones…).

El día del Señor y nuestra actitud

Entonces, ¿Cuál tiene que ser la respuesta de los discípulos? A lo mejor ¿el desánimo, la desesperación, la huída o la violencia? No, sino más bien la responsabilidad: “Esto os servirá de ocasión para dar testimonio”.

¿Sobre qué pilar se tiene que fundamentar esta respuesta de los discípulos? Sobre la confianza, el amor y la paz interior: “Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”.

La responsabilidad

Con respecto a la responsabilidad: ella es la capacidad de responder, de dar testimonio de nuestros valores, de nuestros ideales, de nuestro ser cristianos. Esto significa que es necesario que nos impliquemos para un mundo más honesto, más honrado, más justo, donde disminuyan la pobreza, el hambre, la violencia, la indiferencia, el menosprecio de lo diverso. Cielos nuevos y tierras nuevas no nos pueden servir de excusa para pensar que todo pasa y que ya el Señor proveerá. Aquí no hay nadie que provee en el rol de “Deus ex machina”, sino que somos nosotros aquellos que tenemos que ponernos las pilas para hacer de este mundo un lugar habitable y hermoso.

Nadie puede hacernos daño

Por otro lado, esta responsabilidad hay que vivirla en la confianza en que nadie puede hacernos daño de verdad. No quiero decir que no exista el sufrimiento físico o moral, claro que si. Sin embargo, cuanto más me agarro a esta vida, a mis deseos, a mis proyectos, a mis bienes y en la medida en que todo esto empieza a ser un elemento para autoafirmarme y sentirme autosuficiente, cualquiera que pueda amenazar mi supervivencia será un enemigo de quién defenderse, provocando dominio, violencia, miedo, desconfianza.

Soltar para amar

Sin embargo, en la medida en que empiezo a soltar estos amarres, a abandonar la idea de que lo que tengo es mio y hay que defenderlo a toda costa, a no mirar al otro con desconfianza, al que me ha ofendido con rencor y sed de venganza, mi vida puede empezar a cambiar. Si dejo de identificarme con lo que tengo y con lo que pienso de mí, comprendiendo que soy más que eso, mi vida, entonces, se llena de abundancia, de compasión, de amor y de paz interior.

El camino no es nada sencillo. Nadie nos ha dicho que ser humanos de verdad es tarea fácil y ami me cuesta tanto como a los demás. Pero creo que es la única manera para hacer de nuestra vida una obra de arte, participando en dar un poco más de color y sabor a este viaje que, en compañía y en el amor, es mucho más bonito de llevar a cabo. 

Mal 3,19-20a: A vosotros os iluminará un sol de justicia.

Sal 97: R/.  El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.

2 Tes 3,7-2: Si alguno no quiere trabajar, que no coma.

Lc 21,5-19: Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

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