Con él también nosotros ascendemos al Padre – Ascensión del Señor B

Con él también nosotros ascendemos al Padre – Ascensión del Señor B

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.  Mc 16,15-20

¿Es la Ascensión de Jesús al cielo un evento históricamente ocurrido así como los evangelios nos lo relatan?

En la cosmología judía, la realidad se dividía en tres niveles: por arriba estaba la bóveda celeste, con los planetas y las estrellas; abajo del todo las columnas que sujetaban la tierra y en el medio la tierra misma, evidentemente plana. En esta forma de ver las cosas, el lugar del ser humano era claramente la superficie terrestre; más allá de la bóveda celeste, sin embargo, se encontraba la morada de Dios, porque Él es, por definición, el santo y está totalmente separado de los hombres.

Marcos, el escritor del primer evangelio, conocía todos estos detalles y conocía también la historia de Elías, el profeta y maestro de Eliseo. De hecho, si vamos al segundo libro de los Reyes, allí encontramos a Elías que, sabiendo que había llegado el momento de irse, pide a su discípulo de quedarse allí y no seguirle. Eliseo, pero, se niega a dejarle sólo. Entonces Elías le dice: 

—Dime qué quieres que haga por ti antes que sea yo separado de tu lado.

Eliseo respondió:

—Quiero recibir dos tercios de tu espíritu.

—No es poco lo que pides —dijo Elías—. Pero si logras verme cuando sea yo separado de ti, te será concedido. De lo contrario, no se te concederá. 

Y mientras ellos iban caminando y hablando, de pronto apareció un carro de fuego, con caballos también de fuego, que los separó, y Elías subió al cielo en un torbellino. Al ver esto, Eliseo gritó: «¡Padre mío, padre mío, carro y caballería de Israel!»

Después de esto no volvió a ver a Elías. (2 Re 2,9-12)

En este relato del Antiguo Testamento se puede perfectamente observar como Eliseo pide a su maestro dos tercios de su espíritu; en otras palabras, le está pidiendo la capacidad de ser y obrar como él. De hecho, después de verle subir al cielo (condición necesaria para ser como él), Eliseo obra milagros y profetiza justo como su maestro.

Marcos conoce perfectamente la historia de Elías y Eliseo y usa este relato como escenario de fondo para construir los últimos momentos de Jesús resucitado. Como Elías, él también sube al cielo y como Eliseo, también los discípulos ahora pueden cumplir las mismas cosas que su maestro, porque Jesús les ha dejado su espíritu.

Pero, ¿qué significa que Jesús sube al cielo? Durante su vida pública, él ha estado siempre hablando del Padre, explicando a todos que su forma de vivir y relacionarse con los demás no era sino la misma forma de actuar de Dios, Es por eso que, durante la última cena, cuando Felipe le pregunta que les muestre al Padre, Jesús contesta: «Llevo tanto tiempo viviendo con vosotros, ¿y aún no me conoces, Felipe? El que me ve a mí, ve al Padre». (Jn 14,9). 

Jesús ha hecho de su vida pública una continua donación de sí, cuya expresión “simbólica” se puede resumir en compartir la mesa; de hecho, en la mentalidad judía y mediterránea, comer junto significa compartir la vida, ponerse a disposición de los demás, abrirse al otro. Y es justo esto lo que continuamente hacía Jesús: donarse, hasta entregar su vida en la cruz. No solamente manifestaba la presencia del Padre, sino que se hacía transparencia del Él. Por esta razón, una existencia así experimentada, una vida a imagen de Dios, no podía que entrar en la esfera divina después de la muerte.

Que Jesús suba al cielo, entonces, significa que la comunidad de Jesús ha descubierto que su maestro no simplemente ha sido un gran profeta y hombre de Dios, sino que se ha tan conformado al mensaje que transmite, que él mismo se ha hecho mensaje, Palabra de Dios. Así que si de Dios ha venido, a Él ahora seguramente ha vuelto, alcanzándoLe en el cielo, el lugar de su morada. Ahora no simplemente esta con Él, sino que está a su derecha, ósea, ejerciendo su mismo poder y autoridad.

Ahora es el tiempo de los discípulos. Ellos son los que tienen que tomar las riendas dejadas por el maestro. Pero de lo que se trata no es de anunciar con palabras, sino de acompañar éstas con señales. No se trata de anunciar un conjunto de creencias, sino de dejarse transformar por la experiencia del Amor sin medidas y sin condiciones. Sólo experimentando este Amor, se puede creer y vivir una vida sanada, plena; quien se resiste, quien vive desde el egoísmo y no se deja trasformar en lo que ya es, transparencia de Dios, entonces será condenado a una vida triste, apagada, dividida, abogada a la muerte.

En esta fiesta de la Ascensión, deseo para todos nosotros poder adentrarnos cada vez más en el misterio del Amor que desde siempre nos cuida y saborear poco a poco las maravillas que Él tiene preparadas para nosotros y que adornan a diario nuestra existencia. Que podamos aprender a despertar nuestros sentidos, muchas veces atrofiados por falta de ejercicio y así descubrir el cielo en la tierra. Nos hace falta, para devolver fuego, chispa, motivación a nuestras vidas muchas veces a punto de apagarse. Esta experiencia es ya una resurrección, un volver a ponerse de pie, un ascender que transforma por dentro y que nos permitirá transformar también a los que tendremos la oportunidad de poder ayudar.

Feliz día de la Ascensión

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