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La Navidad, chrónos y kairós – Año C
La vida, entre chrónos y kairós
La Navidad es, para la fe cristiana, uno de los ejemplos más claros en los que el kairós se manifiesta en el chrónos. Este último es el tiempo que comúnmente conocemos, el que marcan nuestros relojes, mientras que el kairós es el llamado “tiempo de Dios”, aquel en el que Él introduce la oportunidad dentro de su plan de salvación.
En realidad, todo chrónos es un kairós, porque cada momento es una oportunidad para crecer, superar obstáculos, hacer el bien, levantarse del barro, volver a empezar, convertirse y cambiar de actitud. Esta idea no solo la sostiene nuestra fe cristiana, sino también las investigaciones psicológicas, que afirman que cualquier circunstancia puede transformarse en una oportunidad.
Los sacramentos y el kairós
Los mismos ritos y sacramentos nos confirman que chrónos y kairós son un binomio inseparable. Toda la historia de las religiones muestra cómo el ser humano ha buscado, a través de fórmulas, gestos, lugares y rituales, revivir y conmemorar las historias fundacionales que dan sentido a la comunidad, al mundo, al ser humano y a la divinidad. Esto se refleja claramente en el hecho de que se celebren misas a diario, recordándonos que el kairós irrumpe constantemente en el chrónos.
Participar en un sacramento, como asistir a misa, no implica simplemente estar presente y observar pasivamente lo que ocurre. Significa ser consciente de que ese chrónos que estamos viviendo es, en realidad, un kairós que nos comunica algo vital y relevante para nosotros, aquí y ahora. Lo difícil, y aquí radica el núcleo fundamental, es comprender y actualizar en nuestra vida el mensaje que el kairós nos quiere transmitir.
La Navidad como memoria constante
La Navidad es, entonces, el revivir una verdad de fe: Dios se hace carne, a saber, se convierte en criatura. Que este hecho se remonte a más de dos mil años no significa que haya cambiado algo esencial, sino que, gracias a este misterio, ahora somos conscientes de lo que siempre ha sido: Dios se hace carne porque siempre ha estado presente en cada criatura. Así como todo chrónos es un kairós, la Navidad nos invita a celebrar la vida y a alegrarnos por las oportunidades que se nos ofrecen continuamente como un regalo.
El kairós, entonces, se manifiesta como el Niño Jesús: pocos se dan cuenta de lo que está ocurriendo. Lo que nos transforma no llega con trompetas y grandes festejos, sino en una cuna, desnudo y en lugares inesperados. De la misma manera, el kairós no avisa; llega cuando menos lo esperamos y de formas que nunca hubiéramos imaginado.
Conclusión
Que esta Navidad, entonces, nos recuerde que el Dios que se hace carne es el kairós que se presenta cada día en nuestro chrónos, para sacudirnos y hacernos más conscientes de lo que vivimos, de quiénes somos, de lo que estamos llamados a ser, de aquello que nos bloquea y de la meta que nos espera.
¡Feliz Navidad, familia!
Imagen de Tintoretto