Creo que el pilar de una religión debe ser el amor al prójimo. Una religión que divide, excluye o separa, en mi opinión, necesita revisar sus fundamentos y hacer un profundo examen de conciencia.
Amar a Dios (Mente universal, Energía, Vida o como queremos definir este Ente Superior) no es otra cosa que amar a los demás.
Esto es lo que dice el Cristianismo:

«Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto». (1 Juan 4:20)

Y esto es lo que dice el Islám en una Sura del Corán:

“La piedad no consiste en rezar hacia el levante o el poniente. No, la piedad es dar de vuestros bienes por amor a Dios, a los familiares, a los chicos, a los huérfanos, a los próximos, a los viajeros en dificultad, a los mendigos y para la liberación de los esclavos”. Corán (II, 177)

Aquí la visión del Judaísmo:

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19:18).

Uno de los preceptos más importantes en el judaísmo es el amor al prójimo. A tal punto que el sabio Hillel dice: «No hagas al prójimo lo que no te gusta que te hagan a ti» es toda la Torá; el resto es simplemente «comentario».
(Talmud, Tratado Shabat, 31a)

Aquí una citación del Bhagavad Gita, libro sagrado del Hinduismo:

«Aquél que en su amor universal, logra amarme en todo lo que ve, donde quiera que este hombre viva, este hombre vive en Mí constantemente, sea cual fuere la condición de su vida». (Bhagavad Gita VI, 31).

Por último, las Enseñanzas de Buda:

«Si tu enemigo te apresa y te tortura, que no se oscurezca tu alma porque significaría que no sigues las Enseñanzas de Buda. Aunque nos hallemos en una situación así tenemos que aprender a controlarnos, a no pronunciar palabras de odio, ni de ira, y a rodear a esa persona con un alma llena de amor y de compasión».

Lo mismo que de poco le vale a un hijo portarse bien en casa mientras que fuera hace todo tipo de estupideces, de igual manera de poco nos sirve alabar a Dios y dar las espaldas a los que nos cruzamos cada día, cuando es justo Dios mismo que se nos presenta en todo lo que nos rodea.