Todos, todos, todos – XX Domingo T.O. Año A

Todos, todos, todos – XX Domingo T.O. Año A

El ejemplo de la cananea

El evangelio de este domingo es muy interesante y nos habla de los problemas comunitarios que afloraban en los primeros decenios después de la muerte de Cristo. Mateo nos cuenta que una mujer cananea, o sea, pagana, pide a Jesús (que se encuentra fuera de Israel) que cure a su hija. 

Jesus y a sus discípulos parecen hacer piña contra ella, según una actitud hostil de una cierta parte del judaísmo hacia los paganos, considerados idolatras y, entonces, pecadores e impuros. De hecho, los discípulos parecen molestos y le piden que la despida. Jesús contesta a la mujer que él ha venido para “las ovejas descarriadas de Israel” y no para atender a los “perrillos”. La respuesta de la cananea sorprende mucho a Jesús que, maravillado por la gran fe de la mujer,  cambia sus planes y le concede la curación de su hija.

Un texto que nos habla de las primeras comunidades

No es posible saber con exactitud si Jesús fuera o no interesado en anunciar su buena nueva a los paganos y solo se pueden hacer suposiciones más o menos convincentes. Sin embargo la evolución de las primeras comunidades de seguidores de Cristo nos dice que el anuncio a los paganos tenía mucho éxito y esto creaba algunos problemas dentro de ciertos ambientes judeocristianos.

Los más estrictos no estaban de acuerdo en acoger a los paganos sin más, solo por su fe en Jesucristo y por eso pedían que se les circuncidara y que cumplieran los preceptos de la Torah. Otros, entre ellos s. Pablo, sostenían que era necesaria solo la fe en Jesús y que la justificación no estaba condicionada por ser o no judío. 

Un itinerario de fe

En este sentido, Mateo no enseña el itinerario de fe que su comunidad tiene que hacer para crecer. Mt 10,6-5 había sido explícito en afirmar que “había que ir solo a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Sin embargo, Mt 28, 19 nos dice todo lo contrario, a saber, que hay que hacer “discípulos a todas las naciones”. Este proceso de cambio está representado por Mt 15,21-28, con el encuentro de Jesús y la cananea: si Jesús modifica sus planes, ¿no debe de hacerlo también la comunidad cristiana acogiendo a los no judíos?

La comunidad, entonces, está llamada a comprender que no solamente la buena nueva está destinada a todos, sino que también la iglesia es la asamblea en la que todos están convocados, sin excepción y, desde luego, sin merito alguno. Hace unas semanas, de hecho, escuchamos el evangelio de Mateo en el que se decía que el reino de los cielos es como una red echada al mar que recoge todos los tipo de peces, sin exclusión.

Todos, todos, todos

En mi mente, entonces, vuelve el recuerdo de las palabras del papa en Portugal, cuando nos insta a ensanchar la tienda, que es la iglesia, abrir sus puertas y permitir que todos nos sintamos una familia. No se trata, obviamente, de permitirlo todo, sino de cambiar nuestros corazones y mirar al otro como hermano herido, de mirar a nosotros mismos como persona herida. Al fin y al cabo, todos necesitamos del amor sanador de Dios y excluir a algunos significa interponernos e intentar bloquear el flujo de gracia que va del Dios que todo se da a la criatura que todo lo necesita.

Conclusión

El evangelio de este domingo, entonces, nos recuerda la necesidad de ser menos rígidos, escrupulosos, legalistas. La Iglesia es madre porque ama. Su misión no es de regañar y educar con el palo, sino de atraer con la fuerza misma de Dios, un amor paciente, misericordioso e inmerecido, humilde y pronto a la escucha, que mira al corazón, no condena, sino que acompaña con entrega generosa.

Acompañar, discernir y amar son las claves para crear relaciones fraternales, dentro y fuera de la iglesia, porque la caridad fraterna es la primera ley de los cristianos, más allá de cualquier ley o libro sagrado.

Is 56,1.6-7: A los extranjeros los traeré a mi monte santo.

Salmo 66: R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Rm 11,13-15.29-32: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel.

Mt 15,21-28: Mujer, qué grande es tu fe.

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